No podemos entender la historia de Japón antes de su modernización sin conocer la figura de los samuráis. Estos guerreros de élite japoneses, que defendieron la nación con sus afiladas katanas, vivían según el código ético del bushidō. El honor de los samuráis alcanzaba su máxima expresión durante el suicidio ritual japonés: el seppuku.
¿Sabéis cuál fue el seppuku más conocido en Japón? ¿Queréis saber más sobre cómo se desarrollaba este ritual tan particular? Quedaos con nosotros.
Diferencia entre Harakiri y Seppuku
Probablemente hayas escuchado en alguna ocasión la palabra harakiri. Si bien tiene el mismo significado que seppuku, “corte del vientre”, no son lo mismo. ¿Cuál es entonces la diferencia? Normalmente el harakiri se realizaba en los campos de batalla, antes de ser capturado por el ejército enemigo y de forma solitaria. Era una muerte más dolorosa y sin ningún tipo de ritual.
Por su parte, el seppuku contaba con una ceremonia cuidadosamente planificada. Este ritual se llevaba a cabo cuando un samurái había perdido a su señor o había cometido algún acto que hubiese manchado su honor.
Los japoneses prefieren utilizar el término seppuku, puesto que la palabra harakiri es considerada como vulgar.
Bushidō: el código de honor de los samuráis
Este estricto código de honor es muy conocido en la tradición japonesa. La palabra bushidō se puede traducir como “el camino del guerrero”. Estas normas, que determinaban la vida de los samuráis, se nutren de los principios del budismo, confucianismo y sintoísmo. Los siete valores de todo buen samurái son: la justicia, el coraje, la compasión, el respeto o cortesía, la honestidad, el honor y la lealtad. Este código se transmitía oralmente y no fue puesto por escrito hasta el siglo XVIII en la obra literaria japonesa Hagakure, del samurái Yamamoto Tsunetomo.
Muerte y honor, la despedida del samurái
Una de las frases más famosas de la obra Hagakure es: “El camino de los samuráis es la muerte”. Para los samuráis, los conceptos de honor y muerte estaban estrechamente vinculados. Es más, se preparaban día tras día para no tener miedo a la muerte, sino respeto. Esto es fundamental para entender mejor el desarrollo de la ceremonia del seppuku y el porqué de su celebración.
Desde nuestra visión occidental y desde un punto de vista superficial, este suicidio de los samuráis puede parecer una forma de despreciar la vida. Nada más alejado de la realidad. El samurái apreciaba la vida, sin embargo, no se apegaba a ella en el momento en el que tenía morir.
Para estos guerreros nipones las únicas formas de morir con honor eran, o bien en el campo de batalla durante la guerra, o mediante el seppuku. Caer preso en manos del enemigo o la vejez eran formas de despedirse de la vida totalmente impensables en la mentalidad de los samuráis.
Desarrollo de la ceremonia del seppuku
El seppuku era un privilegio exclusivo de la casta guerrera japonesa. Este suicidio ritual podía ser voluntario, por ejemplo, tras la muerte de un señor feudal (daimio), o para reparar un fallo en el código de honor. También podía ser impuesto (obligatorio) por el propio daimio, el shōgun o un tribunal cuando el samurái hubiese cometido un robo, un asesinato o una falta grave al honor.
Los samuráis consideraban abrirse el abdomen mediante un corte horizontal, una forma honorable de morir. De esta forma no eran ejecutados como vulgares delincuentes y su familia no heredaba su deshonor ni se le despojaba de su patrimonio.
¿Cuáles eran las pautas de esta celebración?
El lugar
Normalmente este acto se realizaba en las habitaciones de un templo o en la propia casa. En el caso de los samuráis de alto rango, se podía optar a realizarlo al aire libre. Independientemente del lugar que se escogiese, la muerte era presenciada por un grupo de espectadores y/o testigos, normalmente amigos y familiares. El samurái se presentaba completamente aseado y vestía el kimono de ceremonia de color blanco.
El asistente
La naturaleza del corte suponía una muerte prolongada y agónica. Para evitarles la angustia al muerto y a los testigos, era necesario la figura del kaishakunin. Su misión era decapitar al moribundo cuando este le hiciese una señal. Este asistente solía ser elegido por el seppukunin (la persona que iba a practicar el seppuku), normalmente un amigo de confianza. También podía ser designado por el propio daimio.
Las armas utilizadas
Era habitual que se utilizase la espada corta del equipo de los samuráis, llamada wakizashi, una espada de entre 30-60 cm de longitud. Sin embargo, el arma más empleada fue el tantō, una daga japonesa de doble filo con una longitud de entre 15-30 cm. Únicamente se utilizaba la hoja de esta daga envuelta en papel de arroz para evitar que el samurái se cortase las manos en el momento clavársela.
El inicio del ritual
Antes de realizar el corte en el abdomen, el samurái se sentaba en el suelo al estilo japonés, bebía sake y tomaba su última comida. Posteriormente escribía el poema de despedida, conocido como yuigon, en el dorso del abanico de guerra. Una vez que había acabado se deshacía de la parte superior del kimono para facilitar el corte, y colocaba las mangas bajo las rodillas (para evitar que el cuerpo cayera hacia atrás).
El corte y la decapitación
El corte más utilizado consistía en clavarse el tantō por el lado izquierdo del abdomen y cortar hacia el lado contrario para volver de nuevo al centro y acabar con un corte vertical hasta el esternón. Evidentemente, ningún samurái pudo completar este recorrido. Aunque existía la creencia de que cuantos más cortes se hiciese la víctima y más lejos llegara, mayor era su valor. Tras el gesto acordado entre el seppukunin y el kaishakunin, este último ejecutaba la decapitación. En la gran mayoría de los casos, el kaishakunin realizaba el acto antes de que el seppukunin iniciase el corte en el vientre.
El seppuku más famoso: la historia de los 47 ronin de Ako
Probablemente este suceso sea el que mejor simbolice los ideales propios de los samuráis: la entrega, la lealtad y el honor. Durante el año 1701 tuvo lugar una discusión entre dos nobles, el daimio de Ako, el noble Asano y el Maestro de protocolo, Kira Yoshinaka. El incidente se desarrolló en la corte del sogún, donde Asano hirió a Kira en la frente con su wakizashi (espada corta). Este acontecimiento suponía una grave ofensa para el sogún, que ordenó a Asano realizar la ceremonia del seppuku. Tras el ritual, sus tierras fueron confiscadas y sus samuráis, 47 en total, se convirtieron en rōnin, es decir, guerreros sin señor.
Ya hemos comentado anteriormente que el honor para un samurái era más importante que su propia vida. Durante dos años planearon la venganza de su señor a sabiendas de las consecuencias, mientras vivían como vagabundos para pasar desapercibidos. Una noche de invierno, se colaron en la mansión de Kira y le cortaron la cabeza. Depositaron la cabeza en la tumba de su señor junto con un mensaje que reclamaba su autoría.
Tal y como era previsible, en 1703 el sogún ordenó la ceremonia del seppuku para estos 47 rōnin. Desde entonces, los japoneses consideran a estos hombres como héroes y siguen homenajeando su historia.
El suicidio femenino
Ya hemos visto que el seppuku era un acto exclusivo de los hombres, pero ¿y las mujeres? Cuando hablamos de mujeres en esta época de la historia japonesa, nos estamos refiriendo a las mujeres nobles. Al igual que los hombres, podían enfrentarse al suicidio por diversas cuestiones: tras la muerte de su señor, cuando sus esposos samuráis habían cometido seppuku, para evitar ser violadas o capturadas en un asedio enemigo o bien por cuestiones de deshonor.
El suicidio femenino recibe el nombre de jigai. Aunque el final del seppuku y del jigai era el mismo, no tenían ni el mismo desarrollo, ni el mismo valor en la sociedad japonesa. Mientras que el suicidio masculino estaba institucionalizado y contaba con un fuerte ritual, no ocurría lo mismo con el jigai.
Las mujeres cometían el acto del suicidio solas y, la principal diferencia, es que realizaban un corte en el cuello, en la arteria carótida. Es una muerte mucho más rápida y menos agónica que la de los hombres. Además, no era necesario la presencia de un asistente, uno de los motivos principales por los que no se le puede considerar como un suicidio ritual.
En la actualidad se conserva un grabado japonés en dónde se ve a la esposa de uno de los 47 ronin sentada y con las piernas atadas a punto de realizar el jigai.
La práctica del harakiri en los últimos siglos
En los primeros años de la Era Meiji, el seppuku fue oficialmente prohibido (1873). Sin embargo, este ritual continuó en los siguientes siglos. Los casos de harakiri más notables fueron durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos soldados japoneses antes de ser apresados por el enemigo prefirieron cometer harakiri. Por su parte, los kamikazes, estrellaban sus avionetas sobre los barcos americanos.
Aunque el caso más significativo fue el de Yukio Mishima, uno de los mejores escritores y críticos japoneses del siglo XX. En 1970 decidió practicar el seppuku como una forma de protesta y rebelarse ante la miseria moral del país por haber adoptado los valores de vida de occidente.
Conclusión
Los samuráis fueron excelentes guerreros que mantuvieron una intensa vida militar durante los conflictos territoriales y bélicos de Japón. Eran hombres de guerra. Cuando las luchas internas finalizaron y el país se unificó, la figura del samurái no tenía cabida en la nueva sociedad del siglo XIX.
La lealtad, uno de los valores más importantes del código del bushidō junto al honor, aún sigue presente en el país. Los japoneses en la actualidad demuestran lealtad a la familia y a sus jefes, tal y como mostraron sus antepasados en su momento a los señores feudales.
El suicidio en Japón se ha convertido en un problema social en la actualidad. Debido al arraigo del suicidio honorable dentro de la tradición cultural japonesa, este tema se puede considerar bastante aceptado. Algo que no ocurre, por ejemplo, en los países occidentales. Aunque en los últimos años la tasa de suicidios ha disminuido drásticamente en el país, se encuentra entre las más altas del mundo.
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